A comienzos de la década de 1920, el jazz estaba, poco a poco, transformándose en una música comercialmente exitosa. Las grabaciones de los grandes músicos de New Orleans que habían emigrado hacia el norte de Estados Unidos estaban llegando cada vez a más hogares, mientras que, al mismo tiempo, cantantes femeninas de blues- como Bessie Smith- cosechaban sus primeros grandes éxitos discográficos (siendo acompañadas por músicos de jazz) y los jóvenes blancos de Chicago desarrollaban su propio estilo al tratar de imitar lo que hacían los maestros de New Orleans que ahora vivían en su ciudad. Para entender mejor el éxito del jazz en los años 20, debemos repasar algunos factores extra-musicales importantes, que ayudan a entender mejor el fenómeno: 

1.Los años 20 fueron un período de bonanza económica para EE.UU: Con el continente europeo recién recuperándose de los horrores de la 1era guerra mundial, Estados Unidos comenzó a posicionarse cada vez más como una potencia mundial de primer orden. Para los jóvenes (mayormente blancos, claro está), los años 20 fueron una década de destape, largas fiestas y una sensación de seguridad que parecía nunca acabar, y el jazz, como música festiva y bailable, fue la banda sonora de esa época. Sin ir más lejos, muchos llaman a los años 20 “la era del jazz”.

2.La Prohibición de toda producción, importación o venta de alcohol que se impuso en EE.UU desde 1920 a 1933 fue también importantísima en la historia del jazz, puesto que, al contrario de lo que esperaban las autoridades, la prohibición no sólo no controló el comportamiento de los jóvenes, sino que se transformó en una de las principales razones del desenfreno durante la década. Si bien los principales no podían vender alcohol, existían miles de bares clandestinos donde el alcohol ilegal fluía como agua en un río, y como todos estos lugares necesitaban de música en vivo, los grupos de jazz fueron los elegidos para acompañar esas noches de baile. Como cada vez existía una demanda mayor, los locales nocturnos clandestinos se fueron multiplicando, y, por ende, los grupos de jazz (y las ventas del género) se fueron multiplicando. 

 

NEW YORK Y EL POP TRADICIONAL

Si bien ya hemos puesto a Chicago como el centro de la actividad jazzística en la primera mitad de los años 20, el centro de actividad cultural más importante de EE.UU seguía siendo New York, en gran parte por el tremendo negocio del teatro musical, que cada año atraía a más y más público- norteamericanos y turistas- hacia los teatros de la calle Broadway. La gran influencia para el desarrollo del teatro musical en EE.UU fueron los ingleses, quienes comenzaron a cultivar este tipo de entretenimiento que mezclaba música, canto, baile y teatro ya durante el Renacimiento y, en los 400 años que siguieron, desarrollaron una particular versión de género que terminó influyendo de gran manera a su ex colonia. Sin embargo, a comienzos de los años 20, los más exitosos compositores de “comedias musicales”, en su mayoría de origen judío, estaban probando mezclar toda la tradición musical que les llegaba de europa, con algunas de las novedades que presentaba la nueva música puramente estadounidense: el jazz. En este sentido, es importante mencionar a figuras como Irving Berlin, considerado el primer gran compositor estadounidense en influenciarse por la música negra (Berlin obtuvo un éxito rotundo en 1911 con un ragtime) y por supuesto a George Gershwin, quizás el compositor estadounidense más importante de la primera mitad del siglo XX, quien, desde muy joven, comenzó a interesarse por el estilo de los pianistas afronorteamericanos del naciente jazz, para luego incorporar elementos de esta música en sus primeras composiciones para el teatro musical. Hacia comienzos de los 20, Gershwin y su hermano Ira (letrista), habían ayudado a revolucionar totalmente el mercado de la canción pop norteamericana, que ahora mostraba notorias influencias de blues y jazz, por lo que se dice que  junto a Irving Berlin y otros compositores como Cole Porter, Jerome Kern y Richard Rodgers, Gershwin ayudó a crear lo que se conoce como “The Great American Songbook” ó “El Gran Cancionero Norteamericano”, o también llamados “Standards”. La verdad, todas estas canciones creadas en su mayoría en entre las décadas de 1920 y 1940 representaban la música pop de la época: las canciones más exitosas sacadas de las comedias musicales, que antes de ser grabadas se vendían como pan caliente en su versión escrita (partituras para piano, adquiridas en la zona de las editoriales de música, conocida como Tin Pan Alley). Todo este repertorio “pop tradicional” resulta clave para entender la evolución tanto artística como comercial del jazz, ya que, a mediados de la década de 1920, al ver el éxito comercial del jazz, los ejecutivos de las compañías discográficas tuvieron una idea genial: sugerir a sus jazzistas más importantes que sumaran a su repertorio, que hasta ese entonces estaba totalmente basados en blues y ragtimes, algunos de los hits pop tradicional, los cuales podrían ser interpretados a su propia manera (jazzística). Éste es un momento clave, ya que acercó el jazz a la gente (los jazzistas tocaban melodías conocidas) y al mismo tiempo lo dotó de un repertorio gigantesco (que iba cada día en expansión), que además les permitía desarrollar un lenguaje más complejo, ya que las canciones pop tenían más acordes y melodías más interesantes y novedosas que los viejos blues que llevaban tocando por años. 

En cuanto a la actividad musical fuera de Broadway, desde comienzos de la década, las grandes salas de baile de New York estaban comandadas por orquestas medianamente grandes (en relación a los grupos de jazz), que, sacando algunos recursos de la parte rítmica de los grupos de jazz, tocaban versiones orquestadas y sin improvisación de los mayores éxitos pop del momento. Entre esas orquestas destacaban por el lado blanco la de Paul Whiteman, la más prestigiosa y comercialmente exitosa, y por el lado negro la de Fletcher Henderson, un excelente pianista y eximio arreglista, quien luego de años cosechando éxitos y tocando música totalmente escrita, en 1924 decidió dar un salto importante y conseguir a un verdadero jazzista para engrosar sus filas. ¿El elegido?: un joven cornetista de New Orleans que estaba dando que hablar con sus primeras grabaciones junto a King Oliver en Chicago. ¿Su nombre?: Louis Armstrong.

LOUIS ARMSTRONG

Louis Armstrong nació en 1901 en uno de los barrios más peligrosos de New Orleans, viviendo una infancia tremendamente dura, marcada por la violencia y la pobreza. Un día, cuando trabajaba para una familia judío rusa llevando carbón a los prostíbulos de Storyville, el joven Armstrong comenzó a interesarse por los sonidos que ahí escuchaba, y posteriormente pidió un adelanto a sus empleadores para poder comprar una corneta en una casa de empeño. En los años posteriores, un adolescente Louis Armstrong comenzó a desarrollar su sonido, trabajando con distintos grupos musicales de New Orleans, hasta terminar reemplazando a su ídolo King Oliver en su banda, cuando éste decidió tomar rumbo hacia Chicago en 1919. En 1922, por invitación del mismo Oliver, quien, para entonces, era el jazzista más importante del circuito, Louis Armstrong tomó el tren desde New Orleans hacia Chicago, comenzando lo que sería una carrera llena de enorme trascendencia histórica. Al poco tiempo, la dupla Oliver-Armstrong comenzó a llamar la atención. Todos querían saber quién era este joven músico que improvisaba con un ritmo e imaginación nunca antes vistos. Al poco tiempo, y gracias a las primeras grabaciones junto a Oliver en 1923, el nombre de Armstrong empezó a sonar en New York, y es ahí cuando Fletcher Henderson decide llamarlo para que añada un toque de frescura e improvisación a su exitosa orquesta. Desde el momento en que Armstrong tocó la primera nota en su trompeta  (cambió su corneta por trompeta para integrarse a la orquesta), todos entendieron que lo que ahí estaba pasando era algo totalmente diferente y único, el estilo jazzístico propio de New Orleans había llegado en su versión original a New York, y nada sería como antes. En las semanas siguientes, el éxito de Armstrong junto a Henderson fue cada más vez grande, por lo que, al volver a Chicago en 1925, Armstrong gozaba del nombre suficiente para comenzar a grabar sus primeros discos como líder, primero junto a su primera agrupación llamada “Louis Armstrong & His Hot Five” y luego con “Louis Armstrong & His Hot Seven”.  

 

Más allá de su éxito comercial, el rol de Armstrong en el desarrollo del jazz es de primera importancia, ya que fue quien terminó por definir de manera absoluta el rol del “solista único”, con magníficos y coherentes solos improvisados, marcados por la energía y el ritmo de New Orleans, pero con un grado de sofisticación y experimentación melódica dignos de un intelecto superior. Sin ir más lejos, es posible decir que sin Louis Armstrong, el jazz, como lo conocemos hoy en día, no existiría, pues él fue el punto de partida para una larga cadena de solistas importantes que han desarrollado este estilo de origen afro-norteamericano por décadas. Por si fuera poco, Louis Armstrong fue también, en parte, padre del canto jazzistico, sobretodo de la faceta del instrumentista cantante, donde la voz imita el sonido de su propio instrumento. Tomamos como ejemplo la clásica grabación de 1926 “Heebie Jeebies”, donde, en la segunda estrofa, al darse cuenta que el papel con la letra se había caído del atril, Armstrong improvisó una melodía usando onomatopeyas, inaugurando en el mercado discográfico el arte de la improvisación jazzística vocal, conocida como “scat”. A eso le sumamos que Armstrong es también parte importante del éxito comercial del jazz, con una personalidad graciosa y afable, permitiendo que esta música, muchas veces percibida como algo complejo,  penetrara en los hogares estadounidenses con sus versiones únicas de canciones del “Gran Cancionero Norteamericano”. Si bien, en los años posteriores, la figura de Louis Armstrong terminaría siendo considerada polémica e incluso conservadora, los aportes que este genio de la trompeta hizo al jazz en la década de los 20, transformaron el estilo de una expresión musical nacida en los barrios bajos de New Orleans, a una nueva forma de arte, con raíz afroamericana, indudablemente estadounidense, pero con un impacto global que perdura hasta el dia de hoy. 

En nuestro próximo capítulo explicaremos cómo, luego de la gran depresión económica de comienzos de los 30s, el jazz tuvo que reinventarse hasta lograr una curiosa y única unión entre vanguardia artística y super éxito comercial:  la era del SWING.

Felipe Opazo O. 

Compositor y Arreglista / Profesor Historia de la Música Instituto Profesional Escuela Moderna de Música

Playlist Jazz Tradicional y Pop Años 20: https://spoti.fi/2xRiDkr