Las primeras 2 décadas del siglo XXI, han estado marcadas por la profunda transformación de la industria musical, que experimentó un súbito cambio en los mecanismos de distribución de discos, derivado del éxito de plataformas electrónicas de distribución ilegal de música -como Napster a fines de los 90-, que permitieron a los usuarios compartir archivos con otros melómanos, a través de sus computadores conectados a internet, lo que terminó debilitando directamente las ventas de discos físicos, lo que a su vez, se tradujo en un cambio radical en la vida los artistas musicales, quienes ya no podían basar la parte más importante de sus ganancias, en la venta de sus álbumes, por lo que la actividad en vivo y las giras mundiales, se incrementaron de manera importante desde comienzos de los 2000. Si bien, pocos años después, la industria musical sugirió alternativas de venta -como la tienda digital iTunes, donde se podían comprar desde canciones sueltas a álbumes completos de manera digital-, lo cierto es que los efectos de la piratería -algo que siempre existió en mercados tercermundistas, incluso en la era de las producciones físicas-, terminaron por derrocar un sistema que basaba en gran parte en la venta y posteriores derechos generados por las grabaciones. Hoy en día, la desvalorización de la música grabada vive su punto más alto, gracias a las plataformas de streaming como Spotify o Apple Music, que ofrecen un gigantesco catálogo musical de escucha libre, por una baja suscripción mensual, lo que se traduce en un retorno económico bajísimo para los músicos. 

De manera interesante, el impacto de la revolución digital en la distribución de música grabada, no solamente afectó a los sellos y artistas, sino también a la forma en que las personas interactúan con la música misma. Desde comienzos del siglo, la idea de escuchar un disco completo, con un orden estudiado y predeterminado por los artistas, fue quedando de lado, en pos de una era donde los sencillos o singles son cada vez más importantes, lo que de cierta forma, nos hace volver hacia cómo se manejaba normalmente la música pop hasta aproximadamente mediados de los 60, cuando bandas como The Beatles o The Beach Boys comenzaron a hacer de los álbumes pop, un concepto cada vez más significativo y atractivo para los oyentes. 

En términos musicales, la popularidad del Hip Hop norteamericano, así como de los múltiples géneros de música electrónica bailable, han sido clave en el desarrollo de la música pop de los últimos 20 años, incluyendo el desarrollo de corrientes fuera de EE.UU, donde destacan en Latinoamérica el Reggaetón y posterior Trap Latino, y en Asia, la explosión del K-Pop, o Pop Koreano.


 

Reggaetón

 

Sin lugar a dudas, la explosión del Reggaetón en Latinoamérica hacia mediados de la primera década del siglo, ha sido uno de los hitos musicales más importantes de los últimos tiempos, debido a la gran penetración que ha tenido el estilo en los mercados tanto de Centroamérica y el Caribe, como de Sudamérica e incluso de EE.UU y el resto del mundo.

 

En su origen, el Reggaetón deriva directamente del Dancehall jamaicano, particularmente de aquel que utiliza el famoso patrón rítmico del dembow, que no es otra cosa que una derivación del antiguo ritmo de habanera, presente en la música latinoamericana desde el siglo XIX. El dembow comenzó a asociarse fuertemente al Dancehall hacia comienzos de los 90, y luego, en Puerto Rico, comenzó a fusionarse con el trabajo realizado por algunos de los primeros exponentes importantes del Hip Hop en español, como el MC Vico C, hoy en día considerado no solamente uno de los padres del rap latino, sino también del Reggaetón y lo que hoy es llamado “música urbana latina”. Esta mezcla de Dancehall y Rap, fue conocida por un tiempo como “underground”, y su producción se centró en los garajes de casas (también llamados “marquesinas”) de Puerto Rico, y tuvo entre sus primeros exponentes a DJs como DJ Playero, DJ Nelson, y artistas como Daddy Yankee y Ivy Queen, quienes ayudaron a popularizar esta mezcla en múltiples clubes, así como también a re-bautizarla como “Reggaetón”, en la 2da mitad de los 90. Poco a poco, el reggaetón fue perdiendo parte de su influencia Reggae, centrándose en un sonido más agresivo y ligado al Hip-Hop, con el ritmo dembow como principal característica. Las letras, en un comienzo contenían una mezcla de crítica social y descripciones costumbristas de la vida en los barrios bajos, e incluían bastante violencia, drogas y sexo, por lo que en los 90, el Reggaeton fue perseguido y censurado por las autoridades puertorriqueñas. Ya a comienzos de los 2000, la popularidad del estilo, hizo que el género fuera aceptado incluso por políticos en sus campañas electorales, y derivó en un éxito masivo, que comenzó a lograr internacionalizarse gracias a discos de figuras como Tego Calderón, Don Omar, el sofisticado grupo Calle 13, los productores dominicanos Luny Tunes o el mismo Daddy Yankee, quienes consiguieron instaurar al reggaetón en las radios y discotecas de gran parte del continente, incluyendo el mercado latino de EE.UU. Rápidamente el sonido logró penetrar el mercado popular gracias a éxitos como “La Tortura” de Shakira y Alejandro Sanz, que presentaba el característico ritmo del reggeatón en primer plano, en un canción pop.

En nuestro próximo capítulo, revisaremos como el Reggaetón siguió ganando popularidad y transformándose, mientras otros géneros como el Trap Latino y K-Pop, también ganaron mucha popularidad.

 

Felipe Opazo O. 

Compositor, Arreglista Y Profesor Historia de la Música Instituto Profesional Escuela Moderna de Música

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