“Siempre pongo los personajes en una encrucijada para ver cómo reaccionan”

La escritora en su última novela Más allá de nuestros días, aborda el conflicto de familia frente a situaciones límite, “¿Cuánto estamos dispuestos a hacer para salvar a nuestros hijos?”, se pregunta.

Por Alfredo López Jiménez

Los dilemas, aquellos que aparecen de manera fortuita o que se van construyendo como un inevitable encadenamiento de episodios, parecen ser el gran soporte de la estrategia narrativa de Florencia Eluchans (Santiago, 1981), quien en su última entrega se sitúa en la historia de un matrimonio que, en los bordes de los cincuenta años, debe enfrentar la caída de la imagen familiar.

Luego de una juventud complicada, Rafa, el hijo mayor, está haciendo un gran trabajo en el estudio familiar. Mientras que Santiago, el menor, estudia en Madrid un máster en Derecho Penal. Los recuerdos del pasado y las dos semanas en las que se desarrolla esta novela, develan secretos, miedos y traiciones. Con gran sutileza, la trama va navegando entre rituales cotidianos propios de cada familia, los cuestionamientos de la mediana edad, la amistad y la nostalgia de lo que no pudo ser. Una historia íntima y llena de matices que aborda, por ejemplo, cuánto estamos dispuestos a hacer para salvar a nuestros hijos, un matrimonio o nuestra profesión. Es cuando la vida nos pone en una situación límite.

Con un despegue inaudito, Florencia logró vender más de 10 mil ejemplares de su primera novela, Esa vida que imaginamos. Un libro que además obtuvo el Fondo de Creación Literaria 2016, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Todo un hito para una escritora chilena que se formó en los talleres de Ana María Güiraldes y Pablo Azócar luego de licenciarse en Turismo en la Universidad SEK de Santiago y obtener un diplomado en marketing en la Universidad de Chicago. Una formación que le permitió trabajar por algunos años en el área comercial de Turismo Cocha Joven.

Usted comenzó escribiendo artículos de viaje y luego se encantó con la literatura, ¿Qué cosas de las crónicas de turismo quedaron en su estilo o en su manera de relatar una historia?
“Así fue efectivamente y recuerdo con mucho cariño esos artículos de viaje que me tocó escribir. Había algo en el proceso de investigación que me producía bastante fascinación y luego en la redacción del texto como paso siguiente, que también me gustaba muchísimo. Esos textos eran escritos con una prosa más simple: un estilo más periodístico, pero con el mismo uso de puntuación, frase corta, pregunta intercalada que te dejaba pensando, final sorpresivo o reflexivo. Fue un primer gran ejercicio para soltar la mano. Recuerdo que me dio mucho pudor meterme a un taller literario. Al principio, no tenía aspiraciones de siquiera escribir una novela, me parecía algo enorme. El tiempo me dio la razón en la enormidad del trabajo, pero nunca imaginé el grado de satisfacción emocional que me daría”.

Escribió esa primera novela justo en el proceso de ser madre de tres hijos, ¿se puede decir que ese momento marcó su estilo, su prosa, su forma de escribir de ahí en adelante?
“No creo que haya marcado mi estilo y mi prosa. Pero sí definió los temas que me interesan tratar. Esa vida que imaginamos trata, ante todo, de las relaciones humanas, de los vínculos familiares y de pareja y esos son los temas que me mueven, que me inspiran, que me alientan. Más allá de nuestros días, habla precisamente de la familia. Y la novela que escribo actualmente también se refiere a las relaciones de pareja. Me interesa el ser humano en su complejidad”.

¿Hasta qué punto las historias de su propia familia se reflejan en su obra? ¿Cómo lo biográfico atraviesa sus relatos?
“Bastante poco la verdad. Hay ciertos ambientes, lenguajes con los que me identifico, personajes en los que me inspiro, recuerdos que puedo rememorar y retratar de manera ficcionada. Pero como trama o argumento, hasta ahora, no he escrito nada biográfico. Hasta ahora, digo. Seguramente con los años es inevitable que las propias experiencias se nos vayan colando en la escritura y me parece que está bien que así sea. Escribir una novela, es un trabajo tan especial que se necesita una pulsión enorme. Mientras más vivida sea la emoción, el proceso se hace más interesante”.

Ha dicho que tiene una vida feliz y que, después de escribir, se siente aún más feliz. ¿Qué le ha reportado el mundo de la literatura desde lo emocional?
“Tengo una vida muy feliz, llena de problemas y desafíos, como todas las vidas adultas. Pero me siento tranquila con quien soy y con las decisiones que he tomado. Tengo mucho amor alrededor y eso creo que, al final del día, es lo más importante para mí. El mundo de la literatura me ha abierto el corazón y la mente, sobre todo. Escribir es reflexionar. Es mirar. Es repasar, entender, aceptar, recordar. Y todo eso me resulta muy sanador en términos emocionales. Soy una mujer muy sensible y muy nostálgica. Tuve una infancia muy feliz, aunque mi comienzo como adulta fue bastante complicado por cosas familiares y eso marcó mucho mi vida. Me la dividió en dos y he tenido que aprender a vivir con eso. La literatura, en ese sentido, me ha servido para sanarme”.

¿Cómo opera lo histórico o la documentación en su novela?, ¿dedica muchas horas a la investigación?
“Más que horas de investigación, lo primero es dar con un tema y un contexto interesante y eso requiere de bastante análisis. Tengo una hermana historiadora, quien me ha ayudado bastante en mi novela actual ambientada en la revuelta estudiantil de mayo del 68, en París. Un periodo de la historia fascinante y muy determinante para todo lo que ha pasado después. Esta novela ha requerido de investigación constante de lectura, películas, e incluso tuve la oportunidad de viajar a París a comienzos de año para visitar algunos barrios relevantes en ese momento histórico. En general, el proceso de investigación comienza antes de la escritura y continúa a lo largo de todo el proceso”.

En su última novela, los acontecimientos pueden ser tan potentes que transforman la vida de los personajes. ¿Siente que es un mecanismo narrativo infalible a la hora de mostrar la vulnerabilidad humana?
“Pienso que sí, que mostramos quienes realmente somos en situaciones extremas y, por lo mismo, tiendo siempre a poner a los personajes en alguna encrucijada para ver cómo reaccionan. Y aquí está lo que a mí me resulta más interesante: los dilemas son precisamente dilemas porque no tienen una salida puntual o una solución clara. Cada uno reacciona de acuerdo a una inmensidad de factores que ni siquiera nosotros mismos somos conscientes de que existen, o de que los acarreamos hasta que nos pasan las cosas. Dos hermanos que crecieron en la misma casa, con los mismos padres, que compartieron la misma pieza, que miraron el mismo palto todas las mañanas, pueden tener una percepción de la vida tan distinta que puede llegar a ser escalofriante. Y eso es lo que me interesa. Intentar comprender la mente humana y su comportamiento, lo digo con mucha humildad.

Usted cayó de sorpresa en la literatura, ¿se arrepiente de no haber aterrizado antes en este dominio? ¿Qué cosas haría que, en algún momento, no hizo?
Sí, me arrepiento de no haber estudiado literatura, o de no haber leído más. Pero siempre uno cree que la lectura es insuficiente. Hubo períodos en los que leí muchísimo y otros en los que menos. Por otro lado, hice otras cosas que seguramente me ayudaron a llegar adonde estoy y eso me deja tranquila. Las cosas caen por su propio peso. No me gusta recriminarme más de lo debido, porque no tiene más sentido que hacerte sentir culpable. Al final lo importante es saber qué es lo que a uno le gusta y enfocarse. Eso hoy lo tengo clarísimo. Le dedico todas las horas del día que puedo a escribir y eso me emociona y me hace pensar. Una combinación para mí maravillosa.