En nuestro capítulo anterior, comentamos como el Rock’n Roll se transformó en un increíble fenómeno comercial, de la mano de una cuidada estrategia de marketing dirigida al nuevo segmento de los adolescentes, quienes eran bombardeados en distintos medios: desde la prensa escrita a la radio, el cine o la televisión. Musicalmente, el Rock’n Roll no era mucho más que una versión industrializada del Rhythm & Blues bailable, por lo que quizás lo más interesante tuvo que ver con los factores contraculturales que se asociaron al estilo en sus inicios, cuando intérpretes como Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry o Little Richard escandalizaron a la parte más conservadora de EE.UU con su atrevida puesta en escena. Sin embargo, teniendo en cuenta las grandes ventas que el Rock’n Roll estaba generando en audiencias que justamente se sentían identificadas con estos iconos “rebeldes”, la industria, en principio, se mostró reticente a tomar medidas represivas. No obstante, hacia 1958, luego de casi 3 años de locura por el Rock’n Roll, la industria ya tenía listo un plan de contingencia que ayudaría a remover los factores contraculturales de la primera era del Rock’n Roll de manera semi permanente, pero sin hacer sufrir las increíbles ventas.
También en este formato, a diferencia del Rock’n Roll, es bastante común ver como los intérpretes afronorteamericanos tendían a reprimir un tanto la parte más “afro” de su sonido, en pos de una mayor comercialidad en un EE.UU aún absolutamente segregado. Teniendo en cuenta el éxito innegable de grupos vocales como The Platters o The Drifters a mediados de los 50, la industria comenzó a dar cada vez más énfasis a este tipo de exponentes muy ligados a la tradición del tin pan alley, con intérpretes cada vez más jóvenes que podían lograr una conexión directa con el público adolescente
Asimismo, el ascenso de estrellas jóvenes de Pop romántico, como Paul Anka, supuso una alternativa a las polémicas figuras del Rock’n Roll, que poco a poco irían siendo reemplazadas por íconos Pop juveniles sin ningún carácter contracultural, como Frankie Avalon, o Neil Sedaka, que complacían absolutamente a las familias más conservadoras de EE.UU, y a la vez, gracias a una cuidada estrategia de marketing por parte de los medios, podían seguir vendiendo discos al mismo segmento etario que pocos años antes se declaraba enemigo de la moral y las buenas costumbres. Musicalmente hablando, este “Teen Pop” o “Pop Adolescente” tendía a privilegiar baladas, muchas de ellas usando los mismos ritmos y secuencias de acordes, así como letras inofensivas dirigidas a los adolescentes.
Decadencia del Rock’n Roll
Hacia 1958, esta decadencia de la esencia contracultural del Rock’n Roll fue ayudada por distintos sucesos en las vidas de los ídolos del Rock’n Roll, que la industria aprovechó absolutamente a su favor. Entre ellos, podemos contar los problemas legales de Chuck Berry, el retiro temporal de Little Richard, la muerte de Eddie Cochran y Buddy Holly en accidentes, los problemas con el alcohol de Gene Vincent, el condenamiento social a Jerry Lee Lewis luego de casarse con una prima adolescente, y de manera particular y muy simbólica, el caso de Elvis Presley, quien luego de años al frente de la revolución contracultural del Rock’n Roll, y por consejo de su manager y compañía disquera, entraba al servicio militar para volver meses después con un estilo renovado, enfocado en las baladas románticas para toda la familia.
La suma de todos estos factores ayudó a que, hacia fines de los 50, la influencia contracultural en la música dirigida a los adolescentes fuera reducida a un mínimo, algo que continuó en EE.UU en los primeros años de la década de los 60, hasta que, de manera impensada, la juventud se vió invadida por un sonido familiar pero a la vez distinto: un sonido traído desde europa, que cambiaría para siempre la historia de la música: el Rock.
