El argentino Martín Felipe Castagnet es autor de diversos textos de literatura
fantástica. Su primera novela, Los cuerpos del verano (2012), ha sido traducida a
idiomas como el inglés, el francés y el hebreo, siendo merecedor del Premio a la
Joven Literatura Latinoamericana. La revista Granta lo nombra como uno de los mejores escritores jóvenes de la lengua española. Hoy queremos traerte un poco de
su mundo literario y algunos de sus consejos.

Gleisy Ríos

.Martín, cómo fue para ti el proceso creativo de tu obra Los cuerpos del verano (2012)?

R:
Por lo general tardo alrededor de cuatro años entre novela y novela, un proceso casi constante. Sin embargo, tardé dos semanas en escribir Los cuerpos del verano. Estaba escribiendo mi tesis de licenciatura y, para tener una excusa decente para descansar, me puse como propósito participar de un concurso de novela corta que organizaban en Francia. Por eso recomiendo probar suerte en los concursos: pueden ganar inesperadamente, como me pasó a mí, y si eso no sucede les queda la obra, como también me pasó a mí en otras ocasiones.

 

¿Después de publicar Los mantras modernos, fuiste
considerado por la revista Granta como uno de los
mejores escritores jóvenes de la lengua español.
¿Cómo fue para ti esta experiencia?

R:
 Los escritores soñamos con cierto reconocimiento, pero de todos los reconocimientos posibles hay
algunos más dulces que otros. En lo personal, quería
formar parte de Granta porque cuando comencé a
escribir muchos de los escritores que admiraba formaron parte de la lista anterior. Esa razón corresponde a la del Martín del pasado, y me alegra haberla
cumplido una década después. La segunda razón es
actual: el cuento que presenté y por el que fui incluido en la selección final era un intento de mi parte
de hacer algo nuevo, y siempre es grato saber que el
cambio es bienvenido.

¿.Cómo crees que la pandemia y los últimos dos años de cuarentenas intermitentes han influidoen el mundo de las letras actuales?

R:

La pandemia, todavía reinante (no me animo aún a hablar de una post-pandemia), revolucionó los talleres de lectura y escritura: antes solo podían asistir quienes vivían cerca, sobre todo aquellos que viven en la ciudad, en especial en la capital. Frente a la gran masacre social que significa la pandemia, en términos literarios significó una mayor descentralización y democratización del conocimiento y la práctica. En todos los demás aspectos, la cuenta siempre da negativa.

¿Qué le dirías a jóvenes que están comenzando a escribir?

R:

A los jóvenes les diría: Yo también sigo siendo “joven” según los parámetros editoriales y ya tengo 35 años. Lo mismo puedo decir de amigos que ya besaron los 40. Podemos tomar esa amplitud de criterio para no ser atolondrado: no desesperar ante la falta de resultados, no querer publicar a toda costa, hacer relaciones sin esperar nada a cambio, dejarse sorprender, buscar la diferencia y también el consejo de los que estuvieron antes.

¿Cómo consideras que es posible unir al mundo de las redes sociales y la cultura?

R:

Las redes sociales nos permiten vincularnos con nuestros colegas y todos los agentes del mundo del libro; ya por esa razón son parte de la cultura literaria. Pero, sobre todo: las plataformas en las que socializamos son la raíz de lo que mañana, no hoy,
será literatura (sobre todo aquello que hoy no parece
en lo absoluto literario).

¿En qué proyecto te encuentras?

R:

Mi proyecto actual tiene que ver con los muertos y nuestra relación con la muerte, por medio de esa imaginación razonada que es una novela de ficción. fantástica. Por esa razón me siento muy orgulloso de participar de esta revista del Cementerio Metropolitano: por primera vez en mucho tiempo siento que se unen mi narrativa y mi praxis como autor. Le damos la espalda a la muerte, le damos la espalda a los muertos, y la cultura está antes que los individuos.
Esa es nuestra tarea como ciudadanos, hoy: mirar lo que los demás no quieren, desarmar la artificialidad de una vida sin muerte, o una muerte que parecería ser enemiga de la vida y no su semilla.